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martes, 20 de noviembre de 2012

¿Los sueños se hacen realidad? Capítulo 28.

Mi madre había salido a la puerta a ver quién era.
Se quedó extraña.
-¿Puede decirme su nombre, por favor?
-Ángeles.
Mi madre se llevó las manos a la boca. Era la verdadera madre de Daniel.
-No, una madre no deja abandonado, así como así, a su hijo recién nacido en el hospital. No me vaya a decir usted que no podía mantenerme porque sé que el dinero le sobraba.
-Por favor, vente con tu familia . Mira esta es tu hermana-dijo señalando a una muchcha rubia que tenía pinta de ser pija.- y este es tu hermano-señaló a un muchacho alto de pelo castaño que estaba a su lado derecho- tu padre está en el coche, esperándonos.
Daniel negó con la cabeza.
-¿Creéis que después de 19 años podéis buscarme y tan tranquilamente decirme que me vaya con vosotros, como si nada hubiera pasado?.¿Me habéis visto dar mis primeros pasos?¿no verdad?. Yo tengo una familia que sí lo ha hecho. Ellos son mis padres, mis dos maravillosas hermanas y el renacuajo de mi hermano-sonrió.- Ellos han estado a mi lado cuando me enteré que era adoptado y caí en el mundo de la droga. Y también cuando conseguí salir de ese mundo y me superé a mi mismo.
La mujer se tapó la boca con las manos, haciendo un gesto de sorpresa.
-Por favor, váyase y llévese a sus hijos.- le declaró Daniel que volvió a hablar más educadamente.
-Chica, tienes el pantalón roto, jajaja,¿ es que no tienes dinero para comprarte uno?-me habló la muchacha rubia.
-Como pija que eres, deberías de saber que los pantalones rotos están de moda, señorita-le dediqué una sonrisa falsa.
A la muchacha se le desvaneció la sonrisa que tenía en los labios y se marchó con sus tacones de dos cuarta detrás del hermano y la madre.

Tragué saliva y miré a Daniel:
-Eres adoptado-le dije no demasiado fuerte.
-Sí- susurró cabizbajo.
De nuevo, tragué saliva. Respìré hondo intentando asimilarlo.
-Un momento, ahora vengo.

Regresé con un tarro de helado de fresa y dos cucharas.
Daniel se había sentado. Me senté a su lado, le entregué una de las cucharas que había cogido y abrí el tarro de helado. Lo levanté.
-Como los viejos tiempos-sonreí.
-¿Esta vez también te hecho el helado por encima de tu cabeza?-sonrió.
Tosí y casi me ahogo porque en ese momento tenía helado en la boca.
Rompimos en carcajadas recordando la vez que nos ocurrió.
-Daniel.
-Dime.
-Me da igual lo que diga esa mujer, me da igual lo que diga la gente y me da igual lo que diga la prueba de ADN. Siempre seremos hermanos,siempre confiaremos el uno en el otro como prometimos.
-Pues claro que sí.
Nos abrazamos.

2 comentarios:

  1. que bonitoo! y dices que no quieres escribir un libro??? ain que bien se te da escribir..... yo quiero escribir asii! Ah por cierto soi la lidia de la clase :P

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